Si cerramos los ojos para imaginar un torneo de tenis, un Gran Slam por ejemplo, es muy probable que se nos venga a la mente uno donde la superficie de juego es de hierba, dadas las fechas en las que estamos y con la cercanía del pasado campeonato de Wimbledon.

O quizás nuestra imaginación nos lleve a ver una pista de tierra batida, de polvo de ladrillo, como la de Roland Garros. Y por qué no una pista rápida de resinas como las de Abierto de Australia o el de Estados Unidos. Y es que hay que reconocer que en lo que se refiere a las superficies de juego, el tenis ha sido capaz de mantener intacta su diversidad de superficies de juego y su tradición pero no por ello ha estado al margen de la innovación. En la actualidad las superficies deportivas continúan evolucionando y siguen nuevas tendencias propias de nuestros tiempos.

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